El agua es un recurso natural que es indispensable para la subsistencia. Se requiere para el consumo humano en las ciudades y en la ruralidad, como también para los procesos asociados a la minería, la agricultura y el comercio, entre otros. El cambio climático ha instalado nuevos desafíos para poder disponer de ella para los distintos usos, llegando a límites de poner en riesgo el abastecimiento humano. La reducción en las precipitaciones y las formas de estas, más concentradas, con isotermas más altas, exigen de una forma distinta a la infraestructura y a su gestión, considerando además el aumento en la demanda, lo que ha generado un desbalance hídrico, sobre todo en las grandes ciudades. La incertidumbre respecto de lo que instalará el cambio climático en el futuro es otro desafío por enfrentar. ¿Cómo planificamos para dar seguridad hídrica? Existe el riesgo de instalar infraestructura sobredimensionada, pero hay un peligro mayor, que es quedarnos sin agua.
En Chile, la disponibilidad de los recursos hídricos y su demanda es variable, va a depender de las características morfológicas, climáticas y actividades en las cuencas. Por tanto, una política estratégica de infraestructura hídrica deberá:
· Visibilizar el escenario de riesgo hídrico en el que nos encontramos.
· Asegurar el consumo humano, como prioridad central.
· Abastecer las distintas actividades productivas de las que depende nuestra actividad económica.
· Ser flexible para el abastecimiento de agua potable, asegurando su suministro en situaciones como eventos de turbiedad, contaminación, sequía, etc.
· Preservar los equilibrios ecológicos.
· Generar las condiciones de abastecimiento hídrico que permitan potenciar las actividades intensivas en empleo y las actividades productivas de alto valor de exportación.
· Considerar la infraestructura de todos los sectores y coordinar los distintos instrumentos de planificación regionales, comunales y sectoriales, los cuales deberán estar actualizados a las nuevas condiciones climáticas.
· Tener visión compartida de los distintos sectores, productivos, comunidades ambientales, ciencias, a fin de que sea integral y sostenible en el tiempo más allá de los ciclos electorales.
· Reservar espacios estratégicos en el borde costero con mirada a largo plazo, con criterio técnico, económico, ambiental y de la comunidad.
· Promover desde el Estado el desarrollo de infraestructura multipropósito (desaladoras, embalses, reuso), que permitan proveer de agua para el consumo humano y también para distintas actividades económicas, velando por la conservación de los sistemas hídricos y permitiendo el acceso al agua a sectores que no tienen la escala ni recursos para generar las inversiones que infraestructura de este tipo requieren.
· Dotar a los SSR de la capacidad para gestionar los proyectos que permitan la operación en plazos acotados.
· Propiciar la participación de las universidades, centros de formación técnica e institutos profesionales a nivel regional.
· Proponer soluciones basadas en la naturaleza para contribuir a la protección de las cuencas y a la seguridad hídrica.
· Fortalecer la infraestructura para el monitoreo y conocimiento de los recursos hídricos de las cuencas (balances hídricos).
· Promover la eficiencia hídrica, tales como sistemas tarifarios y eficiencia en el agro.
· Proteger a la población frente a eventos hidrometeorológicos extremos (ordenamiento territorial e identificación de zonas de riesgos pobladas y planes de infraestructura), considerando la instalación de infraestructura gris y verde para estos efectos.